domingo, octubre 24, 2004

Gestionar la huella ecológica

Demoledores los datos publicados esta semana por WWF (http://www.wwf.org) acerca del consumo del planeta que estamos haciendo y la "huella ecológica" que estamos dejando. Os invito a ver el artículo completo en, p.e., (http://www.wwf.es/noticia.php?codigo=491). Aquél con un mínimo de conciencia lo encontrará, a buen seguro, estremecedor. Personalmente, la idea a la que doy más vueltas es la de que estamos generando una deuda ecológica para con las futuras generaciones que no vamos a poder pagar. O sea, que estamos viviendo del "crédito ecológico" con la impunidad o tranquilidad de saber que nunca vamos a devolver esa deuda, ni tan sólo los intereses. Es obvio que esto no es sostenible.
¿ Qué respuestas da nuestro sistema ante tal situación ? Legislación severa contra el saqueo de recursos, concienciación, educación, políticas de regeneración de recursos. Sin duda, debe actuarse en varios frentes. Centrémonos en el frente económico. ¿ Qué respuestas ofrece la economía a esta situación ?.
En las últimas semanas hemos sentido hablar de la puesta en marcha de la aplicación del protocolo de Kyoto, gracias al sí ruso, y a pesar del reiterado no americano ( no pretendo discutir de política ). Hace también algunas semanas, y como consecuencia de las medidas contempladas en dicho protocolo, se ha empezado a hablar en nuestro país de los derechos de emisiones contaminantes y de su sistema de funcionamiento. También se han sentido voces en contra de la implantación de tal sistema por grupos empresariales.
Los derechos de contaminación vienen a ser unas cuotas de emisiones contaminantes que, bajo el amparo de la legislación vigente, una industria o una planta concreta de un grupo industrial puede realizar en un período de tiempo determinado. Así, con este sistema implantado, una industria deberá regular sus emisiones hasta el límite de esa cuota disponible, debiendo esforzarse en intentar no superar esa cuota aunque deba incrementar su producción, o adquiriendo más derechos para poder seguir realizando mayor cantidad de emisiones ( si están disponibles) . En caso de no poder reducir emisiones o adquirir más derechos, dicha industria debería replantearse su proceso productivo, o en último extremo cesar con su actividad.
Se introduce con ello una limitación cuantificable, transferible, negociable y valorable que son esos derechos contaminantes. Dichos derechos se convierten en un factor estratégico para las empresas por cuanto les obliga a rediseñar y mejorar sus procesos para no contaminar más, pero también para contaminar menos y, si resulta que al final esos derechos tienen un precio y pueden ser negociables, a nadie se le escapará que es un elemento de coste / beneficio con impacto directo en las cuentas de resultados de todo grupo empresarial que a partir de ahora deberá tenerse cada vez más presente.
Sin entrar a discutir el coste o volumen de derechos que hay que atribuir a una u otra industria, ni la velocidad de reducción de esos derechos por parte de la autoridad competente ( va a ser un proceso dinámico, que conlleva ajustes sociales y económicos inevitables pero gestionables ), disponer de variables reguladoras de la contaminación es un logro muy importante an aras de restituir esa deuda ecológica para con las futuras generaciones. Poder en un corto plazo seguir contaminando pero limitar esa capacidad de manera permanente y reducir esa capacidad de manera razonable ( es utópico no usar los recursos naturales, pero es inaceptable sobreexplotarlos ) permite aplicar una vieja regla económica: cuando algo se convierte en escaso, ponerle un precio restituye el equilibrio entre oferta y demanda.

Y más aún, poner un precio a algo que es de todos pero de lo que se apropian sólo algunos, es un punto de inflexión en el uso de recursos, y también un ejercicio de democracia: imaginen el caso de una administración local que decide "limpiar" su demarcación convirtiéndose en adquirente de esos derechos de contaminación limitados en función de las características del ecosistema local, para evitar su uso por cualquier industria. Adquiriéndolos incluso por debajo del límite legal que determina la ley vigente en ese momento. No cabe duda que en ese momento los ciudadanos de esa demarcación están eligiendo el destino de su ecosistema local, de su economía, etc... El impacto es de gran calado.

Bienvenidos pues todos los instrumentos que, desde la óptica de lo razonable, nos ayuden a restituir y borrar esa huella ecológica a la que WWF hace mención.